lunes, 30 de enero de 2012

La erupción del Volcán Huaynaputina en el año 1600.

El pasado lunes 27 de marzo [de 2006], tras unos 40 años de quietud, el Volcán Ubinas comenzó a mostrar señales de actividad. El jueves 13 de abril empezó a expulsar ceniza y gases. Los habitantes del distrito de Ubinas (Prov. Sánchez Cerro, Reg. Moquegua), 14 pueblos y 6,000 personas, han sido evacuados en prevención de mayores daños. La contaminación del agua y aire, producida por las cenizas ácidas emitidas, ha tenido como víctimas a los animales domésticos de éstas familias campesinas quechua-hablantes. La madrugada del martes 23 de mayo ocurrió una fuerte explosión volcánica, alarmando a los pobladores. El jueves 8 de junio [de 2006] se declaró en emergencia la zona y se ordenó la reubicación permanente de 480 familias. ¿Podría explosionar este volcán, tan cercano a la Región Puno? Aunque no pueda responderse esta pregunta, nuestro colaborador Nicanor Domínguez nos ofrece información sobre una catastrófica erupción volcánica ocurrida hace más de 400 años en esa misma zona.




El Volcán Ubinas (o Uvinas) se ubica a 16º 22' de latitud Sur y 70º 54' de longitud Oeste. Tiene una altitud de 5,676 metros sobre el nivel del mar, con un cono de 1,200 metros de elevación. Es considerado el volcán más activo del Sur del Perú, debido a los 17 episodios de alta actividad fumarólica y emisiones de cenizas registradas entre los años 1552 y 1998.

A 30 kms. al sur del Ubinas se encuentra el Volcán Huaynaputina --llamado también Omate, Quinistaquillas, Chiquimote o Chequepuquina. Se ubica a 16º 35' de latitud Sur y 70º 52' de longitud Oeste. Su altitud actual es de 4,800 m.s.n.m., con un semi-cono de 200 a 500 metros de elevación.

Ambos volcanes están a la margen derecha del curso alto del río Tambo (cuya cuenca cubre territorios del Oeste de Puno, el Norte de Moquegua, y el Sur de Arequipa), y forman parte de la cadena de “Volcanes de los Andes Centrales” (el segmento de la Cordillera de los Andes entre los 14º y 28º de latitud Sur, que corresponde a la Cordillera Occidental del Sur del Perú y a la zona fronteriza de Bolivia, Norte de Chile y Noroeste de Argentina).

Entre geólogos y vulcanólogos la erupción del Huaynaputina, ocurrida a lo largo de casi dos semanas entre el sábado 19 de febrero y el jueves 2 de marzo del año 1600, es considerada la más violenta que haya sido registrada en el área andina desde el siglo XVI. Ya que la zona --entonces como ahora-- era relativamente aislada, la información histórica disponible proviene de la ciudad española más cercana al volcán: Arequipa.

El proceso comenzó con una serie de temblores previos, progresivamente más fuertes, iniciados hacia el lunes 14 de febrero, y, luego de la primera erupción --percibida no sólo por la formación de nubes de humo volcánico, que oscurecieron la atmósfera e impidieron ver el sol en las horas diurnas por dos semanas, y la abundante caída de ceniza que cubrió la ciudad y los campos, sino por el estremecedor ruido de las explosiones volcánicas--, los últimos remezones y caídas de cenizas habrían llegado hasta el miércoles 15 de marzo siguiente.

La erupción del 19 de febrero debió romper la cúspide, mientras que la del 2 de marzo debió ser una erupción lateral, que dejó el cráter del volcán en su estado actual: un semi-círculo al Oeste y una zona abierta el Este, que cae casi perpendicularmente a un cañón que baja unos 2,000 metros hasta el río Tambo. Fue aproximadamente un mes de intensa actividad volcánica en el Sur Andino, incluyendo el Altiplano del Titicaca.


Un sacerdote jesuita, escribiendo desde Arequipa el viernes 3 de marzo, informaba:
“La causa de tan grande tribulación a sido aver rebentado un bolcán del pueblo de Omate que dista de aquí diez y ocho leguas; sábese que a sido de grandíssimos fuegos y piedras con lo qual se an undido y asolado cinco o seis pueblos que están en su cirqüito. Ase dicho por cosa cierta que en doze días y más a sido siempre en aquel paraje noche obscuríssima (...); dízese que en el pueblo de Omate, que es junto al mismo bolcán quatro leguas distante, an caído piedras de cinco y siete libras y que an perecido asta sesenta personas del dicho pueblo, quedando las cassas dél sepultadas en la arena y ceniza. De los demás pueblos comarcanos al dicho bolcán no se sabe cosa cierta”.

Y, sobre el alcance de los efectos de la erupción, añadía:
“nueva a llegado que cunde la ceniza por la parte del Collao asta Chungara [La Raya-Santa Rosa] y Chuqüito, y por la parte de la costa donde mayores daños a hecho entre más de quarenta leguas (...). Después de todo esto huvo nueva cierta que la ceniza avía llegado asta la ciudad de Chuquisaca [hoy Sucre, Bolivia], que está de Arequipa hazia el otro polo, más de ciento y treinta leguas, y que allá se havían oído también aquellos temerosos sonidos (...); en Juli y Chuquiabo [La Paz] y la demás tierra intermedia cayó también la ceniza y se oyeron los sonidos a manera de piezas gruesas de hartillería“.

El Virrey don Luis de Velasco, escribiendo del Callao el lunes 8 de mayo, decía:

“A los 19, 20, 21 de Hebrero [= febrero] se oyeron disparar por la costa arriva [al Sur] donde estava la armada esperando los enemigos [corsarios holandeses] y todos afirmaron que heran [disparos] de artillería y que devían de estar peleando con ellos, que causó mucho contento, (...) y a los 5 de Marzo tuve aviso de cómo en las provincias de Camaná y sus valles havía caído y llovido tanta ceniza que casi cegava la gente y que no se v[e]ían unos a otros con la oscuridad grande que hacía y se oyeron tantos tiros en distancia de 90 y 100 leguas de costa arriva [al Sur] y abajo [al Norte] en mismo tiempo, que ha causado mucha admiración”.

El fraile carmelita Vázquez de Espinosa, quien visitó la región en 1618, escribió:

“cuando reventó el volcán que estaba en la provincia de los Ubinas 12 leguas de la mar río arriba, que era un cerro pequeño que estaba en medio de una sierra el año de 1600 arrojó de sí tanto fuego y ceniza que alcanzó la ceniza más de 200 leguas por todas partes, y cayó en los navíos que navegaban por la mar; al presente hay mucha ceniza a cabo de tanto tiempo por espacio de más de 150 leguas como la vi cuando caminé por aquellos llanos”.
Y cuenta que en Arequipa:
“me certificaron que cuando reventó el volcán causó tan gran temblor en aquella tierra que asoló muchas casas e hizo notables daños, y con los temblores (...) y la espesura de la ceniza hecha fuego, que llovía, les parecía que era ya llegado el fin del mundo y juicio final”.

En 1615 el cronista indio Guaman Poma afirmaba:
“Le fue castigado por Dios cómo rreuentó el bolcán y sallió fuego y se asomó los malos espíritus y salió una llamarada y humo de senisa y arena y cubrió toda la ciudad [de Arequipa] y su comarca adonde se murieron mucha gente y se perdió todas las uiñas y agiales y sementeras. Escurició treynta días y treynta noches. Y ubo proceción y penitencia y salió la Uirgen María todo cubierto de luto y ancí estancó y fue seruido Dios y su madre la Uirgen María. Aplacó y [a]pareció el sol pero se perdió todas las haziendas de los ualles de Maxi [Majes]. Con la senisa y pistelencial de ella se murieron bestias y ganados”.



Al dibujar Guaman Poma la ciudad de Arequipa y la villa de Arica, ambas aparecen cubiertas de nubes, con lluvia de cenizas y una procesión en la plaza principal.
El jesuita Cobo, escribiendo en 1653, indica que “no se cogió en los seis años siguientes gota de vino”, el principal producto comercial arequipeño de la época. Sin embargo, ya para 1618 el carmelita Vázquez de Espinosa vió una recuperación de la economía agrícola regional: “ya ha vuelto sobre sí y está tan pingüe y gruesa, como antes”.

El agustino Calancha explicaba en 1638:
“abrasó la ceniça las raízes de las cepas [de vid]; pero si antes davan las sementeras ocho [f]anegas por una, dieron con la ceniça treynta por dos, piedad del castigo, multiplicando el pan lo que quemava al vino la fertilidad de la tierra; fue cobrando fuerças aunque la sugetavan en partes las ceniças, pero poco a poco recobró su fecundidad”.

El ciclo natural se había cumplido y, tras una década, la actividad humana se había más que recuperado luego de la catástrofe del año 1600.

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