sábado, 22 de enero de 2011

La herencia del Amauta -CENTENARIO José María Arguedas

¿Estaría Arguedas conforme con el país que estamos construyendo hoy, a inicios del siglo XXI, con el Cono Norte, con el éxito de la gastronomía? Invitamos a los especialistas a proyectar el pensamiento arguediano a nuestros días.

LA ESPERANZA DE LOS ZORROS
¿Podrá José María dormir tranquilo en su eternidad? La doctora Carmen María Pinilla, directora del archivo
Arguedas de la PUCP, está convencida de que, a cien años de su nacimiento, “las esperanzas, los presagios e hipótesis de Arguedas se están cumpliendo”. En sus viajes, encontró en el valle del Mantaro una cultura impregnada en modernidad, que hasta hoy florece. “En el sur, en Puquio, el proceso de modernización significaba la pérdida de lo tradicional, pero en el valle del Mantaro, donde las comunidades venían de un igualitarismo, el alma andina se impregnaba sin problemas de modernidad por el ritmo que impone la cultura occidental y la modernización, la penetración del capitalismo y el mercado interno”. Cuenta que esta misma “esperanza” se advierte en la novela El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), que muchos críticos tildan de decadente. “Sin embargo, esta población indígena tiene la esperanza de un porvenir que construirá junta esa masa que proviene de lugares tan diferentes del país, bajo un proyecto común”.

UN PROGRESO PARTICULAR
Arguedas había vislumbrado la pujanza que tendría Lima norte y la cultura chicha. Una globalización con sus propias características. Y Pinilla recuerda que en el himno canción
A nuestro padre creador Túpac Amaru, de 1962, el autor ya hablaba de cómo este cerco de la ciudad y toda su informalidad se convertirían en elementos dinamizadores de la propia sociedad. “La mayoría son migrantes andinos, salieron adelante gracias a una tradición de ayuda comunitaria, e inventaron sus propios modos de salir adelante e insertarse en el mercado y les ha ido muy bien”, comenta.

El viceministro de Interculturalidad, José Carlos Vilcapoma, concuerda y redondea la idea: “Es una paradoja: los pueblos entran en la globalización y buscan a sus héroes fundantes, a Pachacuti, a las huacas, sea como justificación turística o como reencuentro con su pasado. Ahí se despiertan y cimientan las sabidurías equilibrando tradición y modernidad”.

¿Pero, el Perú “oficial” ya incorporó a estos nuevos actores? Pinilla y Vilcapoma consideran que sí. Una prueba es el boom de la gastronomía nacional, que rescata el sabor tradicional y lo pone en valor ante el mundo. Otra, es, justamente, el Viceministerio de Interculturalidad, con una mirada al Perú de todas las sangres. Vilcapoma recuerda que el proceso colonial obligó a que las culturas locales se encapsularan y preservaran y hoy vivimos del reconocimiento de diversidad, se habla de interculturalidad, afloran las sabidurías locales y sus manifestaciones estéticas. Pero aceptarse ha costado discriminación, cierre
de puertas, recuerda.

LAS TAREAS PENDIENTES
Más allá del escritor, Arguedas dejó varias tareas pendientes en la educación bilingüe, en la etnomusicología, en la recopilación de los mitos, en la difusión del folclor. Pinilla afirma que “Arguedas marcó las pautas. Fue un hombre tan importante que se ocupó de todos estos temas hoy vistos necesarios para el desarrollo integral de país. Se ocupó de la multiculturalidad y también del monolingüismo”. Ahora la forma adecuada de cómo enseñar el castellano -respetando las raíces quechuas, por ejemplo– que mostró es una línea que continúan especialistas como Virginia Zavala.

Hay opiniones a favor del retorno de una calificación para los nuevos artistas folclóricos, que propulsó Arguedas a mediados del siglo pasado. Vilcapoma recuerda que estas calificaciones para intérpretes y conjuntos se hicieron tanto para registrar cantos y composiciones como para buscar la autenticidad de canto, música y mensaje.“Lo bueno sería hoy que se recurran a esas grabaciones hechas por Arguedas –que tiene la Escuela Nacional de Folklore–, para que los nuevos artistas recreen el repertorio antiguo y se rescaten expresiones que ya están perdidas, como el harawi”. Sobre la etnomusicología, dice que el panorama ha cambiado bastante. El Ministerio de Cultura alista un concurso nacional de video de las fiestas patronales de los pueblos dirigido a los pobladores “porque en todos lados hay aficionados que registran las fiestas, las cuelgan en el Youtube. La etnografía pasó de los grandes especialistas a manos de los propios pobladores”, cuenta.

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