Cuando en 1890, los diarios de Arequipa comentaron sobre la ceremonia de entrega de premios a los ganadores del concurso organizado por el Centro Artístico de Arequipa, destacaron entre los premiados, a un joven de solo 14 años de edad, quien despertó primero la curiosidad y luego por su encantadora modestia, los aplausos preferentes del público. Este momento fue trascendental para la historia de la fotografía peruana pues otro premiado fue, nada menos, que el viejo maestro Emilio Díaz. El joven fue Carlos Vargas Zaconet quien a los 14 años de edad descubre su vocación y esa pasión por la fotografía que lo acompañaría durante toda su vida. Dos generaciones, que dieron verdadero lustre a la fotografía peruana, se dieron allí la mano; la entrega de la antorcha fue formal y luminosa.
De viejas raíces arequipeñas, Carlos Vargas Zaconet nació el 27 de enero de 1885 y su hermano Miguel el 29 de octubre de 1886.
En 1912 en el ocaso de la "belle époque", en proceso de extinción de los últimos vestigios del romanticismo, los hermanos Vargas instalan su estudio en el Portal de San Agustín 11 (posteriormente 111). El estudio fue un importante núcleo de actividad cultural, donde concurrían intelectuales y artistas connotados. Sus elegantes instalaciones sirvieron también para exposiciones de pintura de los mejores pintores de la época. Las diversas actividades de la "intelectualidad de avanzada" a través del estudio, se proyectó sobre la ciudad. Polémicas conferencias, revistas culturales, recitales diversos, hicieron de éste, un cálido medio de motivación y difusión cultural. Fueron "bohemios, elegantes, sutiles seductores" como los recordaba el poeta Alberto Guillén.
Los éxitos obtenidos en el campo de la fotografía fueron prontamente reconocidos y con el transcurso del tiempo rebasaron el ámbito nacional. A partir de 1918 sus fotografías aparecen en exposiciones internacionales y son realizadas en San Francisco, Estados Unidos, Sevilla, España, Buenos Aires, Argentina, La Paz Bolivia y publicadas, reiteradamente, en revistas especializadas del continente tales como: Correo Sudamericano de Fotografía de Buenos Aires Argentina y El Mundo Gráfico de La Habana. En el Perú, las revistas Mundial y Variedades publicaron y comentaron su obra. Sus fotos ilustraron también libros de variada índole. La pasión por su arte los acompañó durante toda su vida, poco antes de su fallecimiento en una entrevista periodística, Carlos Vargas afirmó que la fotografía fue “la gran pasión de su vida”. Miguel falleció el 07 enero de 1976, quebrando dramáticamente la fraterna amistad que los unió desde niños. Al día siguiente el diario el Pueblo, en primera página anuncia: “Arequipa está de duelo. Murió uno de los hermanos Vargas”. Carlos el 21 de junio de 1979.
Los ojos que habían contemplado "las mujeres más hermosas, las noches más cargadas, los rostros más intensos", se cerraron en el último de sus nocturnos. Después de este acontecimiento, sus fotografías concitaron a nivel internacional mayor auge. Siendo su obra reconocida por la crítica especializada como clásica.
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