Desde tiempos inmemorables, los Andes peruanos y su fértil gradería de pisos ecológico fueron núcleos de variadas especies botánicas, como la papa, la quinua o el olluco. Además, aquellos nobles viveros naturales también hicieron posibles el crecimiento de una roseta adherida de forma regular, esa inflorescencia ha atravesado los siglos escondiendo un órgano subterráneo con extraordinarios poderes de almacenamiento energético: la maca.
Este cultígeno, domesticado entre el formativo medio al superior (hacia el año 700ª.C.), tiene un ciclo vegetariano de ocho meses y se siembra entre los 3.500 y 4.500 m.s.n.m., de manera bianual y bajo el régimen de secano, con pocas exigencias de humedad y gran resistencia a los contrastes climáticos de la puna( resiste hasta –5” C). Sus eco tipos están definidos por su coloración – amarillos, blanco cremosos, rojo, morado, negro y plomo-, pero no presenta mayores diferencias a la hora de exponer su fibroso artesanal dietético.
En realidad, la maca deriva de un hopocotilo (no es tubérculo ni raíz) con forma de rábano. El fruto se abre en dos valvas mostrando un eje carnosos, que es la parte comestible de esta crucífera de la especie Lepidium Meyenii Walp. Pero si de buscar sus raíces más profundas se trata, habría que develar el velo mágico-religioso del que emergieron las poblaciones alto andinas del antiguo Perú.
Tierra del fuego
La rebelión del Taqui Oncoy (1565), movilización indígena en respuesta al dominio español, estuvo acompañado por cantos y danzas de guerreros en estado de éxtasis bajo el influjo de una espesa pócima que, según crónicas como Guamán Poma (s. XVI), era una mezcla de maca con otros alucinógenos no identificados.
Documentos de la época señalan cerros específicos, considerados dioses tutelares, ubicados en Junín como escenarios de la ofrenda de maca. Por su parte, Cieza de León, cronista toledano, reporta que los indios de la meseta de Bombón consumían unas raíces de extraños poderes. Mientras que la historiadora peruana Maria Rostworowski da cuenta del primer tributo de maca (300 cargas de media fanegada de maca, unos 18 kg ), como de la antigua existencia de los Ayarmaca (Ayar: quinua silvestre, maca: nabo comestible), grupo étnico especializado en su cultivo.
Doctor Maca
Si bien cronistas e historiadores ya habían advertido los usos de la maca como laxante y vigorizador, recientes análisis de laboratorio expondrían otras poderosas razones para consumirla. Proteínicamente comparable a la quinua y la kywicha (que poseen 13,8% y 132,9% de proteínas, respectivamente)y superior a algunos cereales (como el arroz pilado, con sólo 6,5%) la maca posee extraordinarias dosis de calcio, fósforo y zinc, benéficas para la respiración de los tejidos. Además, 100 gramos de maca contienen 176 calorías más que la carne y huevos, el doble que la papa, casi el triple de la leche y cinco veces más que las hortalizas. Es también un gran reconstruyente de las glándulas endocrinas( donde crece la maca nose conoce el bocio) y contiene alcaloides que refuerzan el sistema inmunológico frente al SIDA.
Este cultígeno, domesticado entre el formativo medio al superior (hacia el año 700ª.C.), tiene un ciclo vegetariano de ocho meses y se siembra entre los 3.500 y 4.500 m.s.n.m., de manera bianual y bajo el régimen de secano, con pocas exigencias de humedad y gran resistencia a los contrastes climáticos de la puna( resiste hasta –5” C). Sus eco tipos están definidos por su coloración – amarillos, blanco cremosos, rojo, morado, negro y plomo-, pero no presenta mayores diferencias a la hora de exponer su fibroso artesanal dietético.
En realidad, la maca deriva de un hopocotilo (no es tubérculo ni raíz) con forma de rábano. El fruto se abre en dos valvas mostrando un eje carnosos, que es la parte comestible de esta crucífera de la especie Lepidium Meyenii Walp. Pero si de buscar sus raíces más profundas se trata, habría que develar el velo mágico-religioso del que emergieron las poblaciones alto andinas del antiguo Perú.
Tierra del fuego
La rebelión del Taqui Oncoy (1565), movilización indígena en respuesta al dominio español, estuvo acompañado por cantos y danzas de guerreros en estado de éxtasis bajo el influjo de una espesa pócima que, según crónicas como Guamán Poma (s. XVI), era una mezcla de maca con otros alucinógenos no identificados.
Documentos de la época señalan cerros específicos, considerados dioses tutelares, ubicados en Junín como escenarios de la ofrenda de maca. Por su parte, Cieza de León, cronista toledano, reporta que los indios de la meseta de Bombón consumían unas raíces de extraños poderes. Mientras que la historiadora peruana Maria Rostworowski da cuenta del primer tributo de maca (300 cargas de media fanegada de maca, unos 18 kg ), como de la antigua existencia de los Ayarmaca (Ayar: quinua silvestre, maca: nabo comestible), grupo étnico especializado en su cultivo.
Doctor Maca
Si bien cronistas e historiadores ya habían advertido los usos de la maca como laxante y vigorizador, recientes análisis de laboratorio expondrían otras poderosas razones para consumirla. Proteínicamente comparable a la quinua y la kywicha (que poseen 13,8% y 132,9% de proteínas, respectivamente)y superior a algunos cereales (como el arroz pilado, con sólo 6,5%) la maca posee extraordinarias dosis de calcio, fósforo y zinc, benéficas para la respiración de los tejidos. Además, 100 gramos de maca contienen 176 calorías más que la carne y huevos, el doble que la papa, casi el triple de la leche y cinco veces más que las hortalizas. Es también un gran reconstruyente de las glándulas endocrinas( donde crece la maca nose conoce el bocio) y contiene alcaloides que refuerzan el sistema inmunológico frente al SIDA.
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